miércoles, 9 de noviembre de 2011

Debate, Oratoria (y algo mas)

Todo empezó con Carmen y Ana. Ana y Carmen. Dos amigas (porque son mis amigas) que me preguntaron por Twitter la pasada noche por mi opinión acerca de la oratoria, las formas de expresarse de Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, durante el debate que les llevó a enfrentarse cara a cara delante de miles de españoles. Les prometí que les haría un balance. Y ahí va (oratoria y algo mas).

De entrada, antes de empezar el discurso, se veía muy nervioso a Rubalcaba. Es algo lógico, todo el mundo esperaba que su superior oratoria y habilidad, dieran rédito. Si repasáis la grabación del debate, Rubalcaba se está aferrando a un bolígrafo y jugando con el (técnica que los asesores sugerimos con el objetivo único de rebajar estrés) y esto ocurre incluso cuando el moderador lo presenta. Pero de la oratoria (y algo mas) es de lo que vamos a hablar.

Rubalcaba empezó como debía, al ataque e interpelando directamente a Rajoy acusándole de no mojarse. Fue certero en los diagnósticos y las soluciones, como reconoció, pasan por Europa (que retrasen la austeridad, que el BCE baje tipos…) aunque no propuso ninguna reforma ambiciosa.

Rajoy lo tuvo mucho más fácil, y es comprensible que fuera. Desde
el principio, puso encima de la mesa un torrente de datos económicos e insistió en el discurso que maneja desde que empezó la legislatura: "Negaron la realidad, diagnóstico equivocado y reformas equivocadas, improvisas y a medias". Frente a las medidas concretas que Rubalcaba proponía, Rajoy se limitó a reprochar lo que es un mantra en el PP “Pero Alfredo, ¿Por qué no lo has hecho antes?”. A cada, pregunta, Rajoy respondía argumentando que o eran insidias e infundios sobre sus intenciones o bien que, a fin de cuentas, le acusaba de cosas que el PSOE ya ha hecho en el gobierno (como la reforma laboral o dar dinero a los bancos). Rajoy se limitaba a acusar al candidato de decir una cosa y hacer la contraria. Aunque Rubalcaba se movió más ligero a medida avanzaba, lo cierto es que Rajoy pegaba muy duro, reprochando al candidato socialista sus vínculos con la crisis actual y su falta de credibilidad para las propuestas de futuro.

Es en este punto se dio comienzo a las interpelaciones al programa del Partido Popular, tónica dominante todo el debate y una estrategia similar a la que puntualmente usó González con Aznar en 1993. Hasta tres veces en el primer bloque, preguntó Rubalcaba a Rajoy sobre que hará cuando llegue al gobierno, lo que a veces daba la sensación de que estaba preparando más el discurso para estar en la oposición que para ganar las elecciones. Primero, por el rescate con dinero público de activos tóxicos. Segundo, por la prestación de desempleo y su posible reducción citando primero a periódicos extranjeros y luego a Cospedal. Y tercero, hablando sobre la reforma laboral que propone el Partido Popular insistiendo en su parecido razonable con la de la CEOE y la liquidación de las PYMES en la negociación colectiva.

Por su parte, cuando Rajoy daba las réplicas, sobre todo hacia el final, Rubalcaba interrumpía a Rajoy para intentar que no siguiera con el disco rayado pero ni así pareció que terminara de funcionar.

Los cierres de ambos candidatos fueron anodinos y sin grandes frases ni niñas implicadas. Rajoy leyó demasiado y dudó demasiado en el cierre. Rubalcaba volvió a mostrarse muy inquieto aunque en definitiva, se le apreció más seguro. Oratoria pobre. Tanto de uno como de otro. Ambos fueron a hablar de su libro. ¿Ganador?. Ninguno de los dos goleó en cuanto a Oratoria.

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