lunes, 5 de abril de 2010

Andalucía no es diferente


La identidad de Andalucía tiene tal poder que, en los medios de comunicación del extranjero y de nuestro país, se ha llegado a confundir la existencia de España con la de la propia Andalucía. Para entender esta extraña situación pondré el ejemplo de un amigo de Huelva, ingeniero naval que viajó a Nueva York para asistir a una conferencia en la Universidad Estatal. Desde el primer momento en el que decía que era español, le preguntaban si cantaba flamenco, tocaba la guitarra o había toreado alguna vez en su vida. No acertaron ni una. Esto demuestra claramente que Andalucía ha cedido históricamente, y no siempre voluntariamente, su poderosa imagen folclórica al resto del país, hasta el punto de perder su identidad.

La construcción de la imagen actual de Andalucía a través de los medios nacionales y autonómicos, me temo que defiere mucho de la realidad. La imagen que se da sigue funcionando mediante estereotipos. Para un catalán, como Jordi Puyol, somos graciosos, con arte y con salero, incapaces de asumir nuestras propias decisiones, es este caso autonómicas. Y con la Iglesia hemos topado. Hace escasos meses, la diputada del PP en Cataluña, Montserrat Nebrera, calificaba a la ex ministra de Fomento, Magdalena Álvarez de chiste por su acento andaluz. Para muchos como ella, es lo que siempre hemos sido. Ridiculizan y minimizan nuestra enorme capacidad cultural, de modernización y de desarrollo, porque los tópicos son visiones deformadas de la realidad que la simplifican y la reducen a trazos gruesos donde los matices no existen. A mí me gustaría que nos viesen como una realidad económica, social y culturalmente pujante. Una región que tiene un proyecto de futuro propio. Cuna de genios y
cementerio de miserias pasadas, acordes al siglo XXI.

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Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro (René Descartes)